mardi 24 novembre 2009

Fin de la pesadilla

Por : Luis Cosenza Jiménez

El próximo domingo los hondureños concurriremos a las urnas para seleccionar nuestras nuevas autoridades. Con ello pondremos fin a la pesadilla que hemos vivido desde inicios del 2006. A pesar de los intentos de algunos malos hondureños, el proceso llegará a un exitoso fin, por lo que cabe felicitar a los buenos ciudadanos y a las autoridades que han conducido el proceso. Unas elecciones ampliamente concurridas y honestas garantizan que las nuevas autoridades serán reconocidas por el resto del mundo, sin importar lo que digan la OEA y algunos otros países. A fin de cuentas, no es la OEA, ni los países que pudieran no reconocer inicialmente el resultado, quienes determinan nuestro crecimiento económico, ni nuestro desarrollo.

Todo indica que el TSE habrá manejado bien el proceso electoral, a diferencia de lo que ocurrió en el 2006, cuando lo presidió un personaje que luego se caracterizó por conducir procesos oscuros de licitación durante el desgobierno de Zelaya. Conscientes de lo que sucedió en aquella fecha en el TSE, y recordando los excesos y desvaríos de Zelaya, debemos tomar medidas para promover cambios estructurales en el TSE, despolitizándolo. El manejo del proceso electoral es fundamentalmente gerencial. La organización de las elecciones es un formidable ejercicio logístico, y las tareas gerenciales no son el fuerte de la mayoría de los políticos. Entendiendo eso, y viendo los excesos cometidos cuando la política ha cegado a quienes dirigieron el TSE, pareciera necesario despolitizarlo, poniéndolo en manos de personas de reconocida honorabilidad y con capacidad administrativa y gerencial. Para escoger a estas personas deberíamos nombrar una comisión de la sociedad civil para que las identifique y luego las proponga al Congreso de la República para que las nombre. Además de despolitizar el proceso, prestigiaríamos el TSE, y haríamos nuestra democracia más participativa. Todos ganaríamos, excepto, por supuesto, los políticos de oficio empeñados en conservar el poder con que cuentan.

El fin de la pesadilla también debe llevarnos a recordar el desprecio que Zelaya siempre mostró por nuestras instituciones. Veamos sino los nombramientos que hizo en el Banco Central, en la Comisión Nacional de Bancos y Seguros y en BANHPROVI. Como muestra de su desdeño, y salvo honrosas excepciones, nombró activistas, incompetentes, y hasta beodos para conducir las instituciones financieras más importantes de nuestro país. Instituciones cuyo desempeño tiene importantes, y hasta graves, consecuencias en la salud de nuestro sistema financiero y en nuestro bienestar económico. Sabiendo eso, debemos también insistir en que las autoridades de esos entes, así como las de BANADESA, sean propuestas al Congreso de la República por comisiones de la sociedad civil. Nuevamente, solo así contaremos con entes despolitizados y respetados y solo así haremos nuestra democracia más participativa.

Algunas personas dirán, con razón, que estos son nombramientos que han sido competencia del Ejecutivo; sin embargo, hemos vivido en carne propia lo que sucede cuando estas decisiones se ponen en manos de una sola persona empecinada en causar daño. Para reducir el poder del Ejecutivo, estos nombramientos pueden trasladarse al Congreso, siempre y cuando se parta de propuestas emanadas de la sociedad civil.

Por supuesto que esto también requiere que se democratice el Congreso, que su accionar sea transparente y que rinda cuentas. Para comenzar, hay que exigir que el Congreso use la pizarra electrónica y que informe periódicamente sobre la forma en la cual votaron los diputados. Además, el Congreso debe desglosar su presupuesto y rendir cuentas en cuanto a su uso. Por otro lado, se debe pagar a los diputados por sesión de trabajo a la cual asistan, y se debe eliminar las dispensas y los subsidios. Los diputados podrán incluir en el presupuesto del Ejecutivo las obras que impulsan para sus comunidades, e incluso podrán estipular que esos recursos no podrán ser transferidos a otra partida, pero no recibirían recursos para trasladar a otros en concepto de subsidios. Si hacemos esto, tendremos un congreso respetado por todos. Si no lo hacemos, seguiremos contando con una institución desprestigiada.

Lograr estas reformas no será fácil. Sin embargo, ya hemos logrado cambios transcendentales cuando nos lo proponemos. Véase el caso de la eliminación de la inmunidad de los diputados y otros funcionarios de alto rango. Las reformas serán rechazadas por los políticos de oficio y nada pasará a menos que nosotros, los ciudadanos, las impulsemos. No desaprovechemos la oportunidad que ahora tenemos frente a nosotros. Ya le dimos una lección al mundo. Ya hemos dado muestras de nuestro temple y nuestra firme voluntad. No cesemos ahora. Nuestro ideal no debe ser solo la erradicación del mal, sino que la construcción del país que todos anhelamos. No dejemos que la política sea potestad exclusiva de nuestros políticos de oficio; nuestro país, nuestro futuro, es demasiado importante para que lo dejemos exclusivamente en sus manos.

Fuente : Proceso Digital

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